Un muchacho narra la historia de su amistad con una chica desde su más tierna infancia, le dice a la chica que era un niño muy inquieto y travieso y a la vez cariñoso, detallando los momentos vividos, sus aventuras y momentos felices. Solían jugar a las escondidillas pero variando las reglas. En lugar de gritar cuando atrapas al escondido y correr al inicio del juego, debías sorprenderlo llegándole por atrás y susurrándole en el oído como un fantasma: "te encontré" Así se darían un susto de muerte. Entonces un día el muchacho se esconde pero pasa muuuuuucho tiempo y la chica no lo viene a encontrar. Cuando sale por el vecindario ve unas ambulancias y pasa que la chica murió al tropezar y lastimarse la cabeza. Entonces a partir de ese día el muchacho procura mantener vivo su recuerdo jugando a las escondidillas él solo e imaginándose que la niña lo encuentra. Y ahora viene el final que es cuando el muchacho decide jugar otra vez ocultándose en el mismo lugar en el que se ocultó el día que ella murió. Como sabía que él no iba a ser encontrado por nadie, salió él a buscarla, imaginando que la encontraría. Y se fue derecho al árbol en el que ella siempre se ocultaba. Cuando llegó vio una flecha marcada en la corteza del árbol señalando una raíz levantada. Ahí debajo encontró una brújula que él le había regalado a ella y que ella siempre usaba cuando jugaban a las escondidillas. Y cuando la mira se da cuenta de que la flecha está girando hacia el noroeste, justo detrás de él y en su oído escucha un susurro que en lugar de asustarlo lo llena de felicidad, es ella susurrándole: "te encontré y para siempre" A partir de ese día el muchacho ya no necesitó jugar a las escondidillas para encontrarla porque sabía que ella siempre estaría con él...
No hay comentarios:
Publicar un comentario